Sin duda uno de los casos más bonitos y gratificantes con los que nos hemos encontrado. Iris apareció en nuestras vidas un buen día, cuando entramos a gestionar el CPA de Guadalix de la Sierra.
Cuando llegas por primera vez a una perrera, te encuentras con perros con comportamientos muy concretos: los que te reciben con saltos, ladridos, besos y abrazos, casi siempre fruto del estrés, y los que se van al último rincón para pasar desapercibidos porque están aterrados. Iris era del segundo perfil de perro, compartía un pequeño y sucio chenil con otros dos perros (ver foto).
Pero ella había dado un paso más allá. Iris no solo estaba asustada, sino que en poco tiempo nos dimos cuenta de que además estaba deprimida. La preciosa mastina que nosotras veíamos, había perdido la ilusión por jugar, por pasear, por hacer cualquier cosa que no fuera estar en su chenil, el lugar que había sido su casa durante muchos meses y que le había servido de refugio físico y emocional.
Empezamos enseguida a trabajar con ella, sabíamos que detrás de ese caparazón que se había puesto, había un alma que había sufrido. Lo que no sabíamos exactamente era el qué, pues poco sabíamos de su pasado. Pero eso ya no importaba. Ahora había que mirar hacia delante para recuperar a la perra maravillosa que se escondía tras esos ojos tristes.
Con las pautas adecuadas, paseos de calidad, rutinas y sobre todo tiempo, justo el que ella necesitaba, empezamos a ver a la pequeña Iris florecer.
Sin prisa, pero sin pausa, Iris comenzó a confiar, a querer explorar de nuevo, a disfrutar de los paseos con los voluntarios. Poco a poco iba dejando atrás sus miedos e inseguridades que lo único que hacían era paralizarla.
Durante su estancia en el CPA formó parte del trio más unido que jamás hayamos visto.
El vínculo emocional que creo con Lisa y Brownie (aún en adopción) fue importantísimo para los tres. Entre ellos se daban seguridad, juegos, apoyo… Aunque no siempre fue así. Al principio Iris y Lisa, salían al patio y se evitaban, se comportaban como niñas enfadadas en el patio del colegio, pero ahí estaba Brownie para crear lazos, primero jugaba con una, luego con la otra, volvía a la primera y así poco a poco fue como Brownie consiguió que “sus mastinas” se convirtieran en buenas amigas y pasaron a ser Iris, Lisa y Brownie. Nos dio mucha pena tener que separarlos, pero el futuro de Iris iba a cambiar a mejor.
Secuencia de fotos: "¿Qué hacéis sin mí? Voy pa'lla".
Recibimos una llamada de una familia que quería acoger a algún perro para ayudarle. Resultó ser la más maravillosa que podíamos imaginar para Iris. La familia de Lola y Víctor.
Iris tenía que adaptarse a un nuevo cambio y ellos respetaron su espacio desde el principio. Le dieron tiempo, tuvieron paciencia, dejaron que Iris fuera ganando confianza para, a su ritmo, demostrarnos que además de una compañera perfecta para humanos y perros, también lo era con gatos.
En poco tiempo se hizo inseparable de su nuevo mejor amigo Orión, así que un día nos comunicaron que Iris empezaría a formar parte de esa familia de manera definitiva. ¡¡Ya era una más!!
Estamos muy felices por Iris, pero sobre todo muy muy orgullosas de ella, porque supo superarse a sí misma, ella era una perra fuerte, inteligente, que supo volver a confiar y decidió seguir disfrutando de la vida.
Esperamos que seas muy feliz Iris y que algún día podamos ver al trío reunido de nuevo. ¡¡A seguir dando guerra muchos años!!
Abajo te dejo dos videos, que cuando los vemos se nos cae una lagrimita de emoción. Uno es de cuando Iris fue a una casa de acogida y el segundo de cuando esta se volvió en su familia definitiva. Estos finales felices son los que nos llenan de energía, ver a Iris, nuestra flor más bonita, feliz y querida por su familia. Esto hace que todo merezca la pena.